Desde que se inició el paro, el Gobierno se rehusó a dialogar. Pero la resistencia en Imbabura y la gestión de la alcaldesa de Otavalo, Anabel Hermosa, hicieron que John Reimberg, ministro del Interior, se siente a dialogar.

Desde que se iniciaron las protestas convocadas por la Conaie contra la eliminación del subsidio al diésel, el Gobierno ha tenido una postura intransigente.
Catalogaron a los manifestantes como terroristas, buscaron dividir al movimiento indígena con entrega de dádivas y se rehusaron a dialogar.
Su estrategia es la represión y el uso brutal de la fuerza para enviar el mensaje de que la protesta no se permite en el gobierno de Noboa.
Por eso Imbabura vivió el martes una jornada de fuego y sangre que dejó dos muertos y comunidades enteras aterrorizadas.
En ese contexto surgió una figura, la de la alcaldesa de Otavalo, Anabel Hermosa. Durante la represión, ella puso el cuerpo.
En un video difundido en redes sociales, se la observa caminando junto a su pueblo. Cuando el piquete militar está en frente, ella dice “hasta aquí no más”, para evitar el enfrentamiento.
Ella, sola, fue a conversar con los militares. Gracias a sus gestiones logró sentar en una misma mesa a las comunidades indígenas de su cantón y al soberbio ministro del Interior, John Reimberg.
Los diálogos surtieron efecto y se llegó a un acuerdo. El primer logro fue la liberación inmediata de todos los detenidos del martes pasado y el traslado de los 15 de Otavalo a su ciudad.
De paso, el Gobierno demuestra que manejan la justicia y pueden liberar o apresar a quien quieran, cuando quieran.
Reimberg, haciendo gala de su desparpajo, llegó a decir que vuelve la paz al país, ignorando que llueven balas en prácticamente toda la Costa.
Lo que sí logró Hermosa, que está siendo acosada por el Gobierno con denuncias en la Fiscalía, es rebajar la tensión en Otavalo.
La represión había llevado al límite la situación en esta ciudad. Pero el acuerdo, no gustó a todas las bases que reclamaron en las afueras del Municipio.
¿Qué hizo Hermosa? Lo mismo: dar la cara. Salió a la calle a hablar y explicar que el diálogo empezará con mesas técnicas que arrancarán el lunes. Los dirigentes de Otavalo están pidiendo la congelación del precio del diésel, teniendo en cuanta que luego de la consulta Noboa, probablemente, lo vuelva a subir.
Y los propios indígenas, en la cara de Reimberg, dijeron que van por el no en esa consulta.
Más allá de las narrativas del Gobierno, lo cierto es que la manifestación indígena logró la liberación de sus presos y que a sus familias las dejen en paz.
Hacer torcer el brazo a Reimberg, que se cree una especie de Rambo andino, es otro logro. De igual manera la manifestación sigue. Hay carreteras de Imbabura que siguen cerradas.
Pero los indígenas ya le enseñaron el camino al Gobierno. Es algo tan simple como sentarse a hablar.
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