Noboa extingue la deuda de su familia y somete al país a la peor humillación del siglo XXI

Finalmente ocurrió: Grupo Noboa ya no debe impuestos al SRI, entidad que permanece callada ante los ojos atónitos del país.

Daniel Noboa y Lavinia Valvonesi
El presidente Daniel Noboa y su esposa, Lavinia Valvonesi.

Ya no hay dudas: Noboa llegó al poder para enriquecer a su familia y entorno. Así quedó evidenciado luego que la multimillonaria deuda del Grupo Noboa se reduzca a cero.

Desde julio pasado, la deuda de este conglomerado empresarial, que para ese momento debía 97 millones de dólares, empezó a extinguirse.

Ese proceso siguió avanzando hasta este miércoles 1 de octubre de 2025, cuando finalmente la deuda desapareció.

Así, el que era el principal deudor del país hoy ya no lo es. Y ese hecho ocurre cuando uno de sus herederos, Daniel Noboa, es presidente de la República.

Él mismo, en un debate presidencial realizado en el marco de la campaña electoral, prometió que no cobraría la deuda de su familia, por considerarla «persecución política». Cumplió su palabra.

El Servicio de Rentas Internas (SRI) guarda un silencio humillante para el país. Es tan grosero lo ocurrido que Noboa nombró hace pocos días como directora de esta entidad a Alexandra Navarrete, antigua geranta tributaria de Grupo Noboa.

El cereza del pastel de la humillación histórica (casi al nivel de la Venta de la Bandera) la colocó el propio Grupo Noboa.

En un soberbio comunicado, el conglomerado asegura que está al día en sus obligaciones tributarias. «La deuda con el Estado es cero», afirma. Además, asegura que sufrió persecución en la época del correísmo.

En un apartado curioso, el comunicado menciona su antigua participación accionaria en medios de comunicación y su inversión en publicidad. Tal vez es un augurio de que lo que se viene.

Es tan patético que el texto lo firma la familia Noboa Azín, de la que forma parte el Presidente de la República. ¿Dónde empieza y termina el Estado? Bienvenidos a la República Bananera.

Así se consuma la peor humillación al Estado ecuatoriano de lo que va del siglo. Esto solo se compara con la firma del protocolo de Río de Janeiro o la venta de la bandera.

El futuro permitirá evidenciar la derrota de Ecuador, que tras un profundo proceso de deterioro que ya lleva casi 10 años, se convierte, de manera oficial en una hacienda bananera, como las del Grupo Noboa.

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