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Las denuncias de fraude del presidente de Estados Unidos y los barreras para votar de las minorías destruyen los argumentos de la super potencia para «exportar» su modelo de democracia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La noche del martes 3 de noviembre todo el mundo se fue a dormir creyendo que Donald Trump iba a ser reelecto presidente de Estados Unidos. Pero al amanecer la situación había dado un giro de 180 grados.
Al confirmarse que no hubo fraude en Bolivia en 2019 si no un golpe de Estado que destruyó el régimen democrático en ese país, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, es hoy un criminal de lesa humanidad.
Luis Almagro, secretario general de la OEA.
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha recibido un golpe mortal con el triunfo de Luis Arce en la elección presidencial de Bolivia.
El organismo con sede en Washington llegó a ser uno de los más respetados del continente. Sus misiones electorales de observación eran una garantía de transparencia en los comicios de todo el continente.
Pero desde la llegada a la secretaría general de Luis Almagro, la entidad ha sufrido un deterioro hasta llegar a avalar un golpe de Estado. Es decir hizo exactamente lo contrario para lo que fue creada.
Fue en octubre de 2019 cuando ante el triunfo en primera vuelta de la reelección de Evo Morales, la misión de observadores de la OEA denunció un fraude en medio de violentas protestas en todo el país a las que se sumaron grupos ultras y la propia policía.
El veredicto de la OEA sirvió para que los militares retiren el respaldo al entonces presidente Evo Morales, quien debió renunciar junto con su gobierno ante una cacería de brujas que se desató en el país contra toda la militancia del Movimiento al Socialismo (MAS).
Pese a que Morales ofreció repetir las elecciones, sin que se haya demostrado una sola prueba de fraude, la OEA permaneció muda mientras se consumaba el golpe.
El mundo vio escenas de espanto como la quema de la casa de Morales, una presidenta de facto, Janine Añez que se posesionaba en una cámara legislativa vacía, una alcaldesa del MAS humillada públicamente y su cabellera cortada, embajadas asediadas por fuerzas fascistas y el retiro de la whipala del palacio presidencial.
Patricia Arce fue agredida por varios manifestantes que la hicieron caminar varios kilómetros descalza, la pintaron de rojo y cortaron su cabello a la fuerza. La alcaldesa cuenta su historia @romero_rickypic.twitter.com/GMe1xbPxc2
Pero el baño de sangre ocurrió con las masacres de Senkata y Sacaba que dejaron 22 muertos tras la violenta represión ordenada por Añez contra las manifestaciones democráticas y de apoyo al Estado de derecho.
Más allá de la responsabilidad de los propios golpistas bolivianos como Añez, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho, Arturo Murillo hay que evaluar el rol de la OEA en el golpe y el posterior baño de sangre.
Aún no tenemos cómputo oficial, pero por los datos con los que contamos, el Sr. Arce y el Sr. Choquehuanca han ganado la elección. Felicito a los ganadores y les pido gobernar pensando en Bolivia y en la democracia.
Tras avalar el golpe, la OEA ahora es irrelevante y su secretario general, Luis Almagro, es un criminal de lesa humanidad que debería ser juzgado por un tribunal internacional.
Sus supuestas defensas de la democracia en Venezuela no tienen ya valor alguno, sus opiniones son intrascendentes. Almagro debe enfrentar la justicia porque funcionó como un pilar fundamental del golpe, al dar el marco necesario para destruir el régimen democrático en Bolivia.
El pueblo de Bolivia se ha expresado en las urnas. Felicitamos a @LuchoXBolivia y @LaramaDavid deseando éxito en sus labores futuras. Estoy seguro que desde la democracia sabrán forjar un futuro brillante para su país. Un reconocimiento al pueblo boliviano. pic.twitter.com/J3rSl4O7Sf
Almagro es un criminal y él mismo ha destruido la OEA; ni siquiera un perdón sirve ya. Si regresa el progresismo como tendencia regional, ese organismo debe desaparecer por su nefasto rol en el continente en el siglo XXI. (O)