Los ministros Economía, Turismo y Energía y Salud (los dos que han pasado por el cargo en el último mes) se aplicaron la vacuna contra el Covid-19.

El plan estipulaba que primero se vacunaría al personal de primera línea contra la pandemia. En ese grupo estaban médicos, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza y administrativos que tratan a diario con pacientes con Covid-19.
Pero como casi todo lo que anuncia este gobierno, aquello fue mentira. Apenas pudo, y de manera oculta, el presidente Lenín Moreno y su esposa, Rocío Moreno, se inmunizaron. Oculto fue porque no hay ni una foto del mandatario inyectándose, como ocurre en los otros países donde sus líderes quieren infundir confianza sobre la seguridad de la vacuna entre la población.
Fue el exsecretario del gabinete presidencial, Juan Sebastián Roldán, quien reveló la vacunación de Moreno en una entrevista a un medio extranjero. Sobre la primera dama, el régimen siempre guardó silencio hasta que La Posta reveló que la señora también se había vacunado.
Era un secreto a voces: en Twitter se preguntaba de manera insistente si “Doña Rocío” había recibido la vacuna, pero siempre se contestó con silencio. El mismo Moreno parecía responder de forma afirmativa cuando publicaba la lista de sus parientes que no habían recibido la vacuna, y en ese grupo no estaba su esposa.
Además de ellos, como lo reconoció el Gobierno, se vacunó todo el personal que trabaja a diario con Moreno. De paso se reveló ese círculo íntimo del poder que ha asistido al Presidente durante estos cuatro años de destrucción y ellos son:
- Los “asistentes de silla” de Moreno: Freddy Miño, Carlos Sarmiento y Wilson Mediavilla
- Los militares encargados de la seguridad del Presidente: Andrés Ramírez y Cristina Mejía
- Liz Giler, asistente personal de Moreno
- Zeneida Agaje, enfermera del Mandatario
- Los responsables del manejo y servicio de la residencia presidencial: Ángel Jiménez, Andrés Díaz y Lucía Zambrano
Se trata de personajes desconocidos políticamente pero que Moreno ordenó su vacunación para crear una burbuja de bioseguridad en torno a él. Y lo hizo de manera oculta poniéndose él en primer lugar, por encima de personal sanitario que combate todos los días la pandemia en las salas de urgencia y de cuidados intensivos de los hospitales. Para justificar semejante privilegio se invocó la “seguridad nacional”.
A eso se suma los ministros vacunados que fueron los siguientes, según revelación del propio Jorge Wated, secretario del gabinete presidencial:
- Mauricio Pozo, ministro de Economía
- Oswaldo Jarrín, ministro de Defensa
- Julio Recalde, ministro de Vivienda
- René Ortiz, ministro de Energía
- Rosa Prado, ministra de Turismo
- Juan Carlos Zevallos y Rodolfo Farfán, exministros de Salud
En el caso de estos dos últimos se vacunaron primero que sus otros colegas doctores que tanto en el ámbito público como privado tratan a diario con enfermos de Covid-19.
Jarrín hizo lo propio, por delante de soldados que están en la primera línea, más aún en época electoral.
De los otros ni hablar. ¿Qué de primera línea pueden tener los ministros de Economía, Vivienda o Energía que gran para de sus labores la hacen mediante teletrabajo?
Pese a la falta de ética, Wated justificó el “saltarse la fila”. “Fue una decisión basada en análisis sanitarios”, señaló el funcionario en un comunicado.
¿Cuáles son esos análisis? Nadie lo sabe. ¿Por qué estos ministros y no la de Educación o el excanciller que también son de edad avanzada? No hay respuesta porque no existe. Simplemente usaron su posición para vacunarse demostrándole al país que hay ciudadanos de primera y segunda clase.
A poco menos de dos meses de terminar el periodo, este gobierno vuelve a sorprender con un escándalo de corrupción que repugna. En cualquier país civilizado del mundo aquellos que están en la lista ya habrían renunciado hace rato, pero aquí no porque la corrupción solo se persigue si aquel que la comete tiene puesta la etiqueta de “correísta”.
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