Dos medidas revelan que Moreno huye hacia adelante e intensifica su proyecto político: un acelerado desmantelamiento del Estado ecuatoriano.

Cuando las cosas no podían estar peor, el gobierno se supera así mismo. Parecía que Ecuador se había salvado del Viernes 13 pero dos noticias le dieron vida a la superstición en el país.
Richard Martínez, el exministro de Finanzas cuyos pedidos de juicio político se amontonan en la Asamblea gracias a la obsecuencia criminal de César Litardo, se convirtió en vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Así, el que fuera candidato de Donald Trump y hoy presidente del Banco, el estadounidense Mauricio Claver-Carone devolvió el favor a Ecuador, luego que el país se prestara para romper el consenso internacional que imperó durante décadas de que la máxima autoridad de esta entidad debía ser latinoamericano.
Al mismo tiempo, para que Martínez llegara a este cargo, el gobierno de Moreno se permite una violación tan flagrante a la Constitución, que esta parece ya una Carta Magna destinada a morir, con el apoyo de unas instituciones que se pudren a cada segundo.
La Constitución impide que un exministro sea funcionario de una entidad acreedora del país. Para sortear esa prohibición el procurador Íñigo Salvador emitió una resolución que raya en el delirio. En ese documento sostiene que el BID es no es un banco, sino una “organización internacional”.
El daño es tan profundo que a estas alturas parece inevitable una Constituyente para que saque del cargo a funcionarios tan mediocres y porque esta Constitución ya nadie respeta.
La designación de Martínez en el BID sigue en concordancia al estilo de Moreno: concebir al pueblo ecuatoriano como una masa de gente que resiste y aguanta todo. Y en las postrimerías de su mandato parece que el entuque llegará a cotas nunca antes vista.
El regreso de Dahik
Porque la segunda noticia, para temor de medio país, fue la integración de Alberto Dahik, el exvicepresidente, como miembro del equipo asesor económico de Moreno.
Así, el que fuera considerado terrorista económico por el difunto León Febres Cordero y exponente del neoliberalismo más salvaje, entra de lleno al gobierno.
Eso sin contar el pasado judicial de Dahik: fue enjuiciado por mal uso de fondos reservados lo que le costó la Vicepresidencia y el exilio en Costa Rica. Irónicamente fue Rafael Correa, a través de la Asamblea Constituyente de 2008, la que le dio la amnistía y el pasaje de regreso a Guayaquil.
Ahora dirige la influyente escuela de negocios de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) de Samborondón, hogar de la clase pudiente de Guayaquil.
Con capacidad para hablarle al oído a un presidente tan torpe y mediocre como el actual, los funcionarios públicos tiemblan. Con Dahik asesorando a Moreno todo puede pasar, todo está en juego. Podría el país llegar al escenario de que en mayo de 2021 no haya nada que traspasar.
La última vez que Dahik tuvo poder puso los cimientos del feriado y congelamiento bancario gracias a la desregulación salvaje de la banca. Ahora, en medio de la peor crisis económica en la historia de Ecuador, el desmoronamiento puede llegar en cuestión de meses: desde el IESS hasta la dolarización.
Ecuador mantiene el aliento porque en los meses que le quedan a Moreno, este profundiza su proyecto político que no es más que un acelerado proceso de desmantelamiento del Estado.
Moreno huye hacia adelante y eso lo vuelve extremadamente peligroso: demuestra que es un presidente capaz de todo, incluso de llevar a la época de las cavernas a su pueblo. (O)
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