Tras años de persecución política, Asamblea censura al excontralor Pablo Celi

Todos los grupos políticos apoyaron la condena a Pablo Celi tras el juicio político impulsado por la Revolución Ciudadana.

Pablo Celi
El excontralor Pablo Celi ingresa a la Asamblea Nacional custodiado por la policía y agentes penitenciarios.

En la primera protesta de magnitud contra el presidente Guillermo Lasso, en Quito, hubo una imagen que sorprendió. Los policías antimotines llevaban perros que ladraban de manera amenazante a los manifestantes. En un momento, un perro se soltó y mordió a un fotógrafo que cubría la protesta.

A manera de metáfora, el excontralor Pablo Celi era ese perro que no dejaba de ladrar y quienes sostenían sus amarras eran Lenín Moreno, el finado Julio César Trujillo y los medios ecuatorianos. Celi era el perro que sirvió para perseguir a todo aquel que osó oponerse a la destrucción del país que llevó a cabo el expresidente y sus secuaces.

Hoy Pablo Celi ya no es contralor, guarda prisión en la Cárcel 4 de Quito y acaba de ser censurado por la Asamblea Nacional en un juicio político. Solo cuando la Revolución Ciudadana fue derrotada en las urnas, la clase política ecuatoriana reconoció que Celi usaba la Contraloría como arma de persecución.

Solo cuando la Revolución Ciudadana fue derrotada en las urnas, la fiscal Diana Salazar inició acciones penales contra Celi, por lo que guarda prisión preventiva. Salazar dilató por lo menos dos años el proceso que empezó en Estados Unidos.

Con Guillermo Lasso en el poder, la amenaza de la Revolución Ciudadana disminuyó. Solo por eso Salazar actuó y solo por eso Celi fue censurado.

Celi dejó de ser útil. A cambio de perseguir, la clase política ecuatoriana permitió al excontralor continuar con la red de corrupción que montó Carlos Pólit. La trama era sencilla: se creaban glosas para luego coimar a la víctima.

Así funcionó la red de corrupción de Celi

El asambleísta Fernando Villavicencio intentó desviar la atención de las acusaciones contra Celi.

El artífice de eso fue el finado Julio César Trujillo, quien descabezó a todas las autoridades de control del país, excepto a Celi. A él sí lo dejó en el cargo con la única consigna de destruir a la Revolución Ciudadana. Y esa misión la cumplió a rajatabla, de allí que intentara por todos los medios evitar la participación del correísmo en las pasadas elecciones. 

Una vez ratificado en el cargo, Celi empezó la producción de informes con indicios de responsabilidad penal a diestra y siniestra. Y sus amigos “periodistas” se encargaban de su difusión. Uno de ellos precisamente era Fernando Villavicencio, hoy presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea.

Por eso es que Villavicencio buscó tumbar el juicio contra Celi. Primero trató de que se tramitara antes el juicio al exministro de Energía, René Ortiz y luego no envió el informe al Pleno sobre el juicio a Celi para que este se quedara en el congelador. 

Pero Villavicencio, ni los otros políticos disfrazados de periodistas lograron su cometido. Celi ya estaba preso, su sobrino confesó todo en Estados Unidos y luego en Ecuador. Las víctimas se unieron lo que dio más fuerza a su versión sobre la persecución que habían sufrido. A eso se suma que CREO y el PSC no olvidan que Celi intento interferir en el proceso electoral para que sea Yaku Pérez el que pase a segunda vuelta y no Guillermo Lasso.

Con ese contexto la suerte de Celi estaba echada. Su condena representa la primera gran victoria política de la Revolución Ciudadana, luego del desastre electoral de abril y las interminables disputas internas de cara a la convención nacional de Montecristi. Todo el espectro político respaldo la tesis del asambleísta Juan Cristóbal Lloret y ahora el mantra de Rafael Correa de que “los corruptos siempre fueron ellos” es una verdad incuestionable. 

Medios trataron de construir un relato falso

Para desmerecer el logro, medios y Villavicencio apostaron nuevamente por la posverdad. Trataron de posicionar que Celi es una creación de la Revolución Ciudadana y que su censura fue por incumplimiento de funciones, no por arrogación de funciones. Supuestamente esto último habría servido para que los informes de Contraloría contra los dirigentes de la Revolución Ciudadana se desestimen.

Pero eso también es falso. Primero porque en el caso Sobornos, que sirvió para sentenciar a Correa, no hay informes de Contraloría y segundo por lo que asegura el boletín oficial de la Asamblea. “El juicio político se desarrolló en base a seis causales: ilegalidad de posesión de Celi frente a la Contraloría; falta de acción en el caso Odebrecht; irregularidades en la contratación de servicios comunicacionales con la empresa de Daniel Salcedo; injerencia en la Función Electoral; injerencia en el último proceso electoral y el proceso penal que se sigue en su contra por delincuencia organizada”, señala el texto.

Queda claro entonces que el corrupto fue siempre Celi, que persiguió a la oposición y que sus padres políticos son Lenín Moreno, Julio César Trujillo y los medios de comunicación.  

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