Silencio mediático ante la lista de vacunados VIP

La derecha mediática no publica la lista de vacunados VIP que incluye a Oswaldo Hurtado, Jaime Durán Barba y Gonzalo Rosero.

Vacunas
Las últimas vacunas contra el Covid-19 que llegaron al país.

Sebastián Corral, gerente de Teleamazonas, se preguntaba en Twitter sobre de qué se iba a quejar la gente esta semana. Tania Tinoco, presentadora de Ecuavisa, agradecía por el fin de semana y deseaba que el tiempo libre sirva para que las personas ya no se quejen tanto.

Para la derecha mediática exigir transparencia o rendición de cuentas es quejarse. Para estas personas, que la ciudadanía reclame porque no puede inscribir a sus padres o abuelos en el plan de vacunación contra el Covid-19 es quejarse.

Esa más o menos es la línea editorial de los medios de comunicación ecuatorianos hegemónicos, aquellos que aún hoy sirven como sostén del agónico gobierno de Lenín Moreno. ¿Será que Tinoco y Corral piden a la gente que ya no se quejen tanto porque probablemente ellos o sus seres queridos ya están vacunados?

Solo había que ver los noticiarios de ayer o las portadas de los diarios, impresos o digitales, de hoy. Ni una mención a los vacunados VIP. El Comercio se refiere a Diego Oquendo, el único periodista que reconoció haberse vacunado, como un “dueño de radio”, sin nombre ni apellido.

Los directivos de los medios están convencidos de que si la lista de vacunados VIP se publica en su totalidad no habrá absolutamente nada que detenga la victoria de Andrés Arauz el próximo 11 de abril. Por eso su alianza con el gobierno de Moreno sigue en firme. Del lado del régimen se teme incluso una caída del presidente si es que la verdad sale a flote.

Por eso es que la derecha mediática no ha reproducido la investigación de La Posta que publicó los nombres de algunos de los vacunados VIP: Oswaldo Hurtado, Gonzalo Rosero, Jaime Durán Barba y otros frecuentes invitados a los sets televisivos como analistas o referentes moral del país.

Los medios únicamente se limitaron a publicar lo oficial: la salida del ministro de Salud, Rodrigo Farfán (cuya gran obra fue la vacunación exclusiva de los rotarios de Guayaquil) y los nombres que el Gobierno publicó sobre la lista de vacunados: el personal que trabaja con Moreno.

En ese grupo están la poderosa primera dama, Rocío Moreno y los secretarios del Presidente, incluido ese enfermero que le empuja la silla de ruedas y que se hizo famoso por soplar los papelitos que caían sobre su jefe en la campaña de 2017.

Cuando el medio colombiano Semana publicó que la guerrilla del ELN financió supuestamente la campaña de Arauz, Teleamazonas replicó la investigación. Lo mismo ocurrió cuando Clarín de Argentina informó que supuestamente el candidato presidencial de UNES se vacunó en ese país.

Ahora, los medios ecuatorianos se resisten a publicar o divulgar la lista que uno de los suyos informó. Y eso los desnuda de cuerpo entero: perdieron hace muchos años el contacto con la realidad. En sus titulares no están los problemas de los ecuatorianos, sino sus intereses políticos o económicos.

Y se justician con la excusa más pobre: “dejen de quejarse”. Se trata de una bofetada, primero a los periodistas honestos que trabajan en estos medios y segundo a la ciudadanía a la que supuestamente informan.

Con medios así, el país nunca alcanzará la senda del desarrollo. Cuando Moreno quede en el tacho de basura de la historia y cuando la pandemia haya remitido, es urgente alcanzar un consenso nacional para ponerle fin a las cloacas mediáticas. Los medios de comunicación son para esta generación, lo que los bancos fueron para la anterior. Se han convertido en un nido de corrupción que contamina todos los estamentos de la sociedad y por eso urge una intervención desde lo público, si es que Ecuador quiere superar las taras del pasado.

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