El radiodifusor quiteño se convierte en el ejemplo prefecto de lo que se denomina “prensa corrupta”. Haberse vacunado, antes que el personal médico de primera línea, es un acto de corrupción.

Conmocionado aún por el baño de sangre en las cárceles, el país se quedó absorto por la feria de las vacunas y el cinismo del Gobierno.
Con la llegada de nuevas vacunas contra el Covid-19, el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, insiste en repartirlas entre los amigos del Gobierno, pese a que hay personal médico que no puede acceder a ellas. Invitaron a los rectores de las universidades, pero estos tuvieron la dignidad de rechazar aquella propuesta y eso fue la punta del iceberg del reparto de las vacunas.
En una rueda de prensa, Zevallos hizo gala de más cinismo. Cuando los periodistas le preguntaron por qué en Perú sí se revela la lista de vacunados, el respondió que esto era Ecuador.
Pero lo peor ocurría tras cámaras. Mientras Zevallos mentía a los periodistas, la vacunación VIP empezó de forma masiva. Ya no era la madre del ministro únicamente, sino todo aquel que tenga algún tipo de influencia.
Filtraciones permitieron grabar al dirigente deportivo Rodrigo Paz en el centro de salud de Chimbacalle, en Quito. Fue allí para recibir su primera dosis de la vacuna. Se decía que lo propio había hecho el radiodifusor Diego Oquendo.
Este último lo confirmó mediante un comunicado publicando en sus redes sociales. Para darle un aire de validez a lo que había hecho explicó que él era un anciano con diabetes y por lo tanto requería la vacuna.
Con eso gesto finalmente se la cae careta a Oquendo de periodistas honesto. Ni periodistas que respeta la libertad de expresión es porque censuró a otro, Andrés López, en su emisora, Radio Visión.
Ni tampoco es honesto porque lo que hizo con respecto a su vacuna es corrupción pura y dura. Eso se llama tráfico de influencias y si en Ecuador existiera una fiscal independiente, sin agenda política, hace rato habría empezado una indagación previa. Aunque ni eso se necesita pues a confesión de parte, relevo de prueba.
Oquendo ejemplifica así aquella etiqueta de “prensa corrupta”. La relación que ha existido entre prensa y gobierno en Ecuador es muy similar a la que mantuvo Alberto Fujimori con la prensa chicha. El expresidente peruano entregaba sumas de dinero a cambio de una cobertura positiva a su gestión.
Acá se intercambian favores y publicidad a cambio de una cobertura positiva para Moreno y su gobierno. Y Oquendo es el máximo exponente de esa relación corrupta: en diciembre se llenaba de elogios para el presidente porque había recibido su frecuencia de radio y ahora su primera dosis de vacuna.
En otros países, con medios de comunicación y políticos más decentes, ninguna empresa auspiciaría Radio Visión ni ningún personaje iría a las entrevistas de Oquendo porque hacerlo es dar un beneplácito a la corrupción.
Debe quedar muy claro para el futuro: Diego Oquendo es corrupto. Nunca más puede volver hablar de honestidad porque él se vacunó, mientras hay personal médico de primera línea que no lo ha hecho. Él es vulnerable por su condición de anciano, pero los médicos están por encima de él.
¿Qué corona tiene él frente a otros adultos mayores del país? ¿Acaso es el único anciano con diabetes de Ecuador? Por supuesto que no, la diferencia es que él, durante cuatro años, sirvió de cómplice para este gobierno sanguinario.
El país no llega al 24 de mayo cuando debería asumir un nuevo gobierno. Por sus acciones, Moreno está decidido a destruirlo todo, inclusive la dignidad nacional. Las cárceles arden, la pandemia está desbocada y las vacunas se reparten. Urge entonces una salida democrática que no pueden ser las elecciones porque demoran demasiado. La Asamblea debe actuar ya porque la misma existencia de la Patria está en juego.
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Excelente
Oquendo explica que fue vacunado por cuatro razones:
Fue requerido.
Es anciano.
Es diabético
Es periodista
De estas cuatro razones, la única válida es la primera: fue requerido por la autoridad. Cabe preguntarse: ¿Por qué la autoridad le escogió?