De manera sorprendente, el Tribunal Contencioso Electoral (TCE) ordenó la inscripción de la candidatura de Abdalá Bucaram a asambleísta nacional, pese a que nunca se presentó de manera personal ante el CNE.

El desprestigio de la Función Electoral de Ecuador alcanzó esta semana un hito. El Tribunal Contencioso Electoral (TCE), máximo órgano de administración de justicia electoral cuyos fallos son inapelables, aceptó la candidatura del expresidente Abdalá Bucaram Ortiz como asambleísta nacional por el partido Fuerza Ecuador (FE).
El TCE ordenó al Consejo Nacional Electoral (CNE) que registre la candidatura de Bucaram, quien guarda arresto domiciliario en Guayaquil.
Justamente por eso el CNE rechazó su postulación porque primero nunca participó en las primarias y segundo porque no registró su aceptación a la candidatura de manera personal en la sede del organismo, en Quito.
De hecho ese fue el mismo argumento para rechazar la postulación de Rafael Correa como compañero de fórmula de Andrés Arauz.
Bucaram solo quiso ser candidato cuando la justicia acrecentó el cercó contra él y su familia. Era claro que se trataba de usar las elecciones como mecanismo de huida de los juicios que enfrenta.
De ahí que negar su candidatura era vital, no solo para el correcto funcionamiento de las elecciones, sino para preservar su buen nombre.
Bucaram enfrenta dos juicios que la Fiscalía se inventó cuando lo acusó de estar detrás de la corrupción en los hospitales del IESS, pero no halló pruebas suficientes. Se trata de tráfico de bienes patrimoniales por las estatuillas precolombinas que tenía en su casa y tráfico de armas por un revolver sin registrar en su domicilio.
Sin embargo, afronta un tercer juicio, ese sí más grave. Está acusado de asociación ilícita, junto con su hijo Jacobo Bucaram. Este proceso se inició tras el asesinato del israelí Shy Dahan en la Penitenciaría del Litoral. El extranjero había asegurado que vendió pruebas rápidas al primogénito del expresidente.
Tras el asesinato se activó el seguro de vida de Dahan: se publicaron una serie de audios de conversaciones entre Abdalá Bucaram y el israelí en la que este le pide respetar su vida; mientras el expresidente le promete conseguir su libertad.
Esa clase de personaje será ahora candidato a la asamblea, dañando aún más la política ecuatoriana y agravando la crisis de representación que tiene el país. Son este tipo de crisis que terminan en grandes manifestaciones bajo el grito de que “se vayan todos” o peor aún, en estados fallidos.
Al TCE no le importó eso, ni el trámite personal que supuestamente había que hacer. Mientras sigue dilatando la inscripción de Andrés Arauz, favorito en las encuestas.
Tanto el tribunal como el CNE juegan con fuego desprestigiando el proceso electoral, al interior del país como en la comunidad internacional porque afuera cada vez más se preguntan si las elecciones de Ecuador serán transparentes. El fallo a favor de Bucaram añade más oscuridad.
Se trata de la herencia de Julio César Trujillo, el hombre que supuestamente iba a limpiar las instituciones de control. Pero los personajes que él dejó en puestos claves acaban de garantizar la impunidad de uno de los máximos referentes de la corrupción porque al ser candidato probablemente los juicios contra Bucaram se congelen.
¿Qué viene ahora? ¿La candidatura de Daniel Salcedo? ¿Más aplazamientos para Andrés Arauz? Cada vez parece más urgente una Asamblea Constituyente porque los países que no conocen su historia están condenados a repetirla. (O)
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